miércoles, 29 de enero de 2014

Cuestionario Terry Eagleton, Post-estructuralismo (Página 80-84)



1-     ¿Cómo es posible separar el significado del significante, de acuerdo con Eagleton y los post-estructuralistas?

El significado no deviene directamente del significante, al modo de un espejo, sino que deriva del juego potencialmente interminable de los significantes. Por tal motivo el significado no es algo que pueda encerrarse, es algo que fluctúa en la totalidad de la cadena de signos. Ya que el lenguaje es algo temporal,  el significado siempre está en suspenso.


2.- ¿A qué se refiere cuando dice que el significado nunca es idéntico a sí mismo?

El significado está anclado sobre el signo, el cual debe mostrarse repetible o reproducible. Esta propiedad define su identidad y al mismo tiempo la disgrega, por lo tanto será imposible establecer el significado original de un signo. El significado se puede presentar en diferentes contextos que lo otorgarán variedad, es decir, que nunca es igual a sí mismo.

3.- ¿Cómo sería una experiencia o un concepto "libre de toda mácula"?
Somos lenguaje. Somos las frases y los clichés de los que estamos hechos.

Una experiencia o concepto “libre de toda mácula” es imposible en tanto que somos hombres constituidos del lenguaje. Para llegar a ella habría que despojarnos de esa cualidad inherente para ser completos sin esa abstracción (dispersión) que implica el lenguaje.


4.- ¿Qué es un significante trascendental?

En la tradición de la filosofía occidental, basada en el logocentrismo  se ha buscado el concepto, palabra, esencia o  verdad que se convierta en el núcleo total del saber humano. Este significante trascendental daría significado a todos los demás y como fundamento del pensamiento y el lenguaje estaría encima de ambos.


5.- ¿Qué es la desconstrucción?


Es la operación crítica planteada por Jacques Derrida que se propone socavar las proposiciones que sirven como base para cualquier sistema, las cuales se encuentran sostenidas por el proceso de oposición o diferenciación y que interfieren en el significado textual. Dicho de otro modo, la deconstrucción se propone desmitificar las oposiciones binarias con las que el estructuralismo sienta las bases para sus ideologías.


Javier Morales R.

miércoles, 22 de enero de 2014

Ejemplos de transtextualidad (Genette)



Gerard Genette estudió los distintos modos en que un texto puede incluir, remitir, referenciar a otro en distintas categorías, las cuales se encuentran esbozadas en Palimpsestos. La literatura en segundo grado. En este breve texto me propongo ejemplificar cada una de las variantes en el género narrativo y el poético.


La primera categoría es la intertextualidad, en ella el texto se relaciona con otro a través de  cita, alusión o plagio. Como ejemplo tomo a la novela El nombre de la rosa de Umberto Eco, cuya gran cantidad de citas de autores mediavales y se alude constantemente al libro de perdido de la Poética de Aristóteles. El ejemplo siguiente evidencia una alusión bíblica al libro de Santiago:
"-Toda criatura -dijo-, ya sea visible o invisible, es una luz, hija del padre de las luces. Este marfil, este ónix, pero también la piedra que nos rodea son una luz..."

La paratextualidad se refiere a todas las producciones que rodean al texto principal, aumentándolo, explicándolo, o presentándolo. Un ejemplo evidente es el epígrafe, un recurso muy utilizado en todos los géneros. A continuación se transcribe el epígrafe que  usa el poeta mexicano Max Rojas en su poema Elegía como grito para una tarde de diciembre:

a María Elena
Vienen noticias del atroz invierno,
las traen veloces hojas amarillas,
dicen que pasa el frío las orillas
de la piedad, soplando del averno.
Que el norte salta de la luna al cuerno,
que los navíos crujen en astillas
y que las desoladas maravillas
no tienen fin, o puede que uno eterno.
Éste es el tiempo de no hacer derroche
y avivar la memoria de la hoguera
viendo que todo va color de muerto.
Pues el invierno es amo de la noche
y la tiniebla arrecia y ya no espera,
si es preciso soñar, soñar despierto.
Eliseo Diego


Como se puede analizar, el epígrafe está constituido por un poema completo de Eliseo Diego y representa el umbral del texto, a través de él se pueden intuir las relaciones derivadas, aporta una significación y posiblemente enmarca al poema de Max Rojas dentro de una tradición o una línea de influencias.

La siguiente relación es la metatextualidad , la cual se puede identificar con el texto crítico que analiza, comenta a otro texto. Así, en la novela El túnel de Ernesto Sábato encontramos un fragmento donde los personajes dialogan sobre la novela rusa:

—Fíjate que nunca he podido acabar una novela rusa. Son tan trabajosas... Aparecen millares de tipos y al final resulta que no son más que cuatro o cinco. Pero claro, cuando te empiezas a  orientar con un señor que se llama Alexandre, luego resulta que se llama Sacha y luego Sachka y luego Sa-chenka, y de pronto algo grandioso como Alexandre Alexan-drovitch Bunine y más tarde es  simplemente Alexandre Ale-xandrovitch. Apenas te has orientado, ya te despistan nuevamente. Es  cosa de no acabar: cada personaje parece una familia. No me vas a decir que no es agotador, mismo para ti.


Y más adelante:


—Mi teoría —explicó— es la siguiente: la novela policial representa en el siglo veinte lo que la novela de caballería en la época de Cervantes. Más todavía: creo que podría hacerse algo equivalente a Don Quijote: una sátira de la novela policial. Imaginen ustedes un individuo que se ha pasado la vida leyendo novelas policiales y que ha llegado a la locura de creer que el mundo funciona como una novela de Nicholas Blake o de Ellery Queen. Imaginen que ese pobre tipo se larga finalmente a descubrir crímenes y a proceder en la vida real como procede un detective en una de esas novelas. Creo que se podría hacer algo divertido, trágico, simbólico, satírico y hermoso.



Finalmente, la architextualidad es entendida por Genette como la relación del texto con el género al que pertenece. Esto se puede ejemplificar fácilmente en el título del libro Antología de la poesía surrealista de Aldo Pellegrini, el cual particulariza el género de la obra y lo delimita a la tradición de poesía surrealista en lengua francesa.


Javier Morales R.

lunes, 20 de enero de 2014

Acronías (Genette) en la novela "Opiniones de un payaso".

Con el fin de ejemplificar los conceptos desarrollados por Gerard Genette en el ensayo El discurso del relato tomaré algunos fragmentos del primer capítulo de la novela alemana Opiniones de un payaso de Heinrich Böll. El siguiente análisis breve tomará en cuenta las nociones vinculadas con el modo.
Por principios de cuentas hay que establecer que la totalidad de la obra está sustentada en un manejo de anacronías en diverso grado. El hilo narrativo siempre está en constante regresión hacia pasajes pretéritos que informan al lector sobre el origen y desarrollo del problema (el abandono de Marie) y las relaciones con diversos personajes que van apareciendo en la memoria del protagonista (Hans), el cual se mantiene en su departamento hablando por teléfono con varias personas. Estas llamadas serán el detonador de los recuerdos. Como se verá, las anacronías son el fundamento estructural del relato.
Dicho recurso es ocupado desde el principio. La novela abre con la llegada de Hans a su apartamento, el dolor que sufre al darse cuenta hasta qué punto el abandono de Marie ha llegado a alterar aun las acciones mínimas de la vida generan una analepsis interna.

El punto de partida lo constituye el hecho de abrir la puerta de su habitación, sin embargo, vemos esa analepsis interna aumentada por otras más, las cuales en conjunto se podrían considerar como analepsis repetitiva o “rappels”, pues el autor deliberadamente vuelve al mismo punto del abandono, la extensión de éstas comprueba la brevedad que las caracterizas además de que su alcance es similar:

Durante cinco años partí yo casi todos los días de algún punto y llegué a cualquier otro punto, por la mañana subía y bajaba las escaleras de la estación, por la tarde bajaba y subía las escaleras de la estación, por la tarde bajaba y subía las escaleras de la estación […] Desde que Marie se ha ido, he perdido el ritmo una que otra vez, he tomado el hotel por estación […] (p.9)


A continuación el personaje comienza una presentación en la que explica el sentido de su profesión histriónica, regresa fugazmente al presente en que lee seis periódicos en la bañera y luego entona cantos litúrgicos en tono melancólico pues éstos tienen mucha relación con Marie. En una derivación de pensamientos Hans llega a agravar su condición depresiva al recordar su debacle artística por el alcoholismo, lo cual le provocó una lesión en pleno espectáculo. De nuevo hay una analepsis interna que en este caso se puede considerar completiva pues llena el vacío que hay tras dicha lesión. El lector debía reparar esa laguna pues no se podría entender cómo ha llegado a dicha condición. Además se entiende que la narración seguía un camino en el que dicha explicación había sido elidida “de lado”. En esa regresión la lógica narrativa está parcialmente independiente.

Hacía tres semanas que estaba yo casi siempre borracho y con falsa seguridad subía al escenario, y las consecuencias se manifestaron más a prisa que en el caso de un mal estudiante […] Transcurridas tres semanas ya no había flores en mi habitación, a mediados del segundo mes se acabaron las habitaciones de baño […] (p.11)

Finalmente, un caso de analepsis parcial, la cual entrega una información aislada y recupera un antecedente, sucede cuando Hans recuerda a Züpfner:

Chiquillos aún, él y yo nos habíamos conocido, tanto, que al volvernos a encontrar después, ya adultos, no sabíamos con exactitud si teníamos que hablarnos de o usted, ambos tratamientos nos desconcertaban, y cada vez que nos veíamos nos encontrábamos en apuro. (p.15)

Este hecho tendrá mucha importancia en adelante pues explicará las relaciones que mantuvieron dichos personajes e incidieron en el transcurso de la historia.

En este primer capítulo no hay ninguna prolepsis y tampoco en la totalidad de la obra ya que, como se ha mencionado antes, el recurso principal consiste en las regresiones al pasado. No obstante, el sinfín de alusiones a un destino fatalista sin Marie, se podrían considerar como alusiones al futuro que cumplen con una fisión similar a las prolepsis.

Böll, Heinrich. (1963). Opiniones de un payaso. Barcelona: Seix Barral.


Javier Morales R.

martes, 14 de enero de 2014

Comentario sobre el texto "¿Qué es literatura?" de Terry Eagleton

A partir del texto que sirve como introducción en la obra de Terry Eagleton Una introducción a la teoría literaria queda claro que uno de los fundamentos de la teoría literaria que, en apariencia, debería ser un tema resuelto o al menos con ciertas bases a partir de las cuales se pueda erigir una ciencia del texto literario, aún no halla respuesta. Y esta cuestión  se remonta al primer fundamento: ¿Qué es literatura?
Este debate ha recorrido el devenir histórico sin encontrar una solución definitiva. Eagleton aborda el problema desde el siglo XVII en donde la distinción entre “hecho” y “ficción” se afirma como la primera manera de distinguir las obras literarias, sin embargo, de inmediato asaltan las dudas sobre dicho carácter literario pues hay casos como el de Pascal y Descartes que originalmente plasmaron sus escritos con intensiones filosóficas y ahora se leen como literarios, lo mismo sucede con textos científicos e históricos de la época como el Leviatán de Hobbes. Tampoco es válida la distinción entre lo “histórico” y lo “artístico” pues en algunas obras históricas existe un uso del lenguaje “novelístico”.  De este modo, se plantea el cambio de enfoque para volcar la mirada sobre el texto en sí mismo. En este punto los formalistas rusos son un hito en la historia de la crítica pues aplican la lingüística al estudio de la literatura; lo que antes permanecía bajo un halo de misterio se vuelve un objeto de estudio científico, es decir que se pueden analizar sus partes, develar la configuración de los textos y establecer qué es lo literario sin recurrir a sus aspectos sociológicos, políticos o cualquier otro plano fuera de lo plenamente formal. El texto literario ya no es un recurso ideológico ni un reflejo de la realidad, su justificación se halla en el mero lenguaje. De  acuerdo con sus premisas lo literario es aquello que presenta una desviación del lenguaje. Para lograr esta “rarefacción” se ocupan todas las figuras literarias como la metáfora, la aliteración, la hipérbole, etc, las cuales lograrán un efecto que supere al lenguaje mismo. El significado abstraíble evidencia una desproporción entre significado y significante. El lenguaje literario llama la atención por sí mismo en su resonancia, su plasticidad, etc. Por tal motivo establecen una diferencia entre el  lenguaje literario y la norma. El primero forma parte de ese desvío de la lengua y el segundo corresponde a la lengua que comúnmente usamos para comunicarnos.
No obstante, este planteamientos también presenta problemas al percatarse de que muchos textos pueden ser literarios si reciben un toque de ingenio o si son observados con una mirada más perspicaz que delate posibles ambigüedades, entonces la publicidad, los anuncios de la calle o frases comunes pueden adquirir lo literario según la persona que reciba el mensaje. Por otra parte, las normas y desviaciones no son algo que permanece eterno e inmutable, sino que cambian de acuerdo con el contexto histórico. Las diferencias temporales –y aun las de espacio- provocan que los juicios de valor cambien y lo literario se vuelve más difuso. Incluso dentro de una misma época, lo que se considera como literario, si es extraído de su contexto (la obra misma) y es llevado a otro plano puede perder su carácter original.
Como resultado de estas observaciones, Eagleaton defiende una postura que se encamina a defender la manera de leer de cada persona, en este sentido, no importa tanto lo que el autor desea manifestar sino lo que busca cada lector. Alguien puede leer literariamente un libro de biología y otro puede leer un poemario con fines informativos. De esto se genera un uso pragmático y uno no-pragmático que siempre se pueden alterar. Lo que parece emerger como algo evidente es que lo literario llama la atención sobre sí mismo, es decir que el discurso es autorreferente (función poética de Jakobson).
El autor avanza en sus ideas para aclarar que lo literario no es un conjunto de rasgos inherentes en una obra determinada, sino una manera en la que el lector se relaciona con lo escrito. La literatura no es algo que tenga una esencia definida, sólo es una construcción, una especie de convención necesaria pero que no tiene un carácter ontológico. La literatura tendría que ver con el papel que ocupa en el desarrollo social. Por lo tanto, la cuestión no pasa por lo práctico o lo no práctico sino por aquello que se considera “bien escrito”. Desde luego esto se centra en la percepción del público en una época determinada y también se encontrará lleno de arbitrariedades. Lo bien escrito se asimila a las bellas letras, y ambos conceptos son ambiguos pues comprometen a opinar que un texto (aparentemente literario) es bueno.
La consecuencia radica en la imposibilidad de estudiar la literatura como algo objetivo ya que siempre dependerá de la estima individual. El objeto de estudio no se puede estudiar como algo estable y bien definido. Asimismo, el canon literario pierde su validez porque su concepción está relativizada a un grupo de personas que leyeron a un autor y le concedieron un valor que no necesariamente será el mismo para otros grupos y otras épocas. Cada sociedad lee a un Homero o a un Shakespeare de manera distinta, es decir que la literatura siempre está en un proceso de reescribirse.
La interpretación de las obras literarias está en función de aquello que nos preocupa o interesa ergo es imposible hacer valoraciones totalmente desinteresadas. Por principio cualquier caracterización (a través del uso de adjetivos u otros recursos) evidenciará una fuerte carga subjetiva por ejemplo, al calificar a una catedral como “magnífica” y esto se debe a que cada uno tiene una manera diferente de ver el mundo.

Dichos valores se relacionan directamente con la ideología, es decir las formas y creencias, a menudo inconscientes que entran en contacto con el sistema de poder. Eagleton afirma que si bien la literatura no puede ser objetiva, tampoco hay una total subjetividad en los juicios de las personas pues estos son derivados y moldeados en los grupos sociales dominantes y la ideología que transmiten. 


Fuente: Eagleton, Terry (1998). Un introducción a la teoría literaria. México: FCE.

miércoles, 8 de enero de 2014

La primera impresión sobre la teoría literaria

Cuando era estudiante de preparatoria, durante el último año me aventuré a leer por mi cuenta el Curso de lingüística general de Saussure en la biblioteca. Por supuesto que era un novato en el tema y no logré terminar el libro pero recuerdo la sensación exultante de conocer lo que me esperaba en mi futura carrera de Lingüística y Literatura Hispánica. Considero el hecho como algo trascendente porque entonces afirmé mi gusto por las materias teóricas. No sólo me interesaban aquellos postulados y estudios por su carácter analítico, sino por la ambición compartida – y a veces utópica – de alcanzar la interpretación verdadera de la obra literaria. Esto animaba mi afán de encontrar una explicación más objetiva de mis lecturas;  pensaba que de ese modo podría entender los procesos que configuran la obra y hacer visibles sus hilos que en la simple lectura por placer pasan desapercibidos.


La importancia de la materia para mi formación era evidente. Cuando tomé la asignatura tuve la fortuna de que el curso fuera excelente. Lo estudiado correspondió fielmente a lo que yo esperaba. Y aunque la revisión que se hizo a las teorías de Jakbson, Greimas o Genette fueron bastantes someras pude adquirir un panorama general que amplió mis horizontes de estudio. Conmigo no sucedió lo que comúnmente representa motivo de queja para otros: La teoría no hizo algo frío a la liteatura sino que la enriqueció.Al final comprendí que la teoría puede ser una línea paralela a la literatura que, asimismo, contiene sus propias contradicciones y disputas. También entendí que ninguna teoría, escuela o autor tendrá la Verdad absoluta. Lo esencial es invisible a los ojos.

Aquí les comparto un pequeño vídeo con los datos esenciales A.J. Greimas, un semiólogo con el que estoy particularmente familiarizado:



Escrito por Javier Morales.