Cuando era estudiante de
preparatoria, durante el último año me aventuré a leer por mi cuenta el Curso de lingüística general de Saussure
en la biblioteca. Por supuesto que era un novato en el tema y no logré terminar
el libro pero recuerdo la sensación exultante de conocer lo que me esperaba en
mi futura carrera de Lingüística y Literatura Hispánica. Considero el hecho
como algo trascendente porque entonces afirmé mi gusto por las materias teóricas.
No sólo me interesaban aquellos postulados y estudios por su carácter
analítico, sino por la ambición compartida – y a veces utópica – de alcanzar la
interpretación verdadera de la obra literaria. Esto animaba mi afán de encontrar
una explicación más objetiva de mis lecturas;
pensaba que de ese modo podría entender los procesos que configuran la
obra y hacer visibles sus hilos que en la simple lectura por placer pasan desapercibidos.
La importancia de la materia para
mi formación era evidente. Cuando tomé la asignatura tuve la fortuna de que el
curso fuera excelente. Lo estudiado correspondió fielmente a lo que yo
esperaba. Y aunque la revisión que se hizo a las teorías de Jakbson, Greimas o Genette fueron bastantes someras pude adquirir un panorama general que amplió mis horizontes de estudio. Conmigo no sucedió lo que comúnmente representa motivo de queja para otros: La teoría no hizo algo frío a la liteatura sino que la enriqueció.Al final comprendí que la teoría puede ser una línea paralela a la
literatura que, asimismo, contiene sus propias contradicciones y disputas.
También entendí que ninguna teoría, escuela o autor tendrá la Verdad absoluta.
Lo esencial es invisible a los ojos.
Aquí les comparto un pequeño vídeo con los datos esenciales A.J. Greimas, un semiólogo con el que estoy particularmente familiarizado:
Escrito por Javier Morales.
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