1) ¿Cómo funciona la literatura como ideología?
La
crítica marxista se sustenta en el fundamento teórico que estable a las
relaciones sociales de producción devenidas del intercambio comercial como el
fundamento del cual emergen la producción de las ideas , los conceptos y la
conciencia. De este modo, toda obra de arte se encuentra circunscrita a un
momento histórico concreto que la determina o, en otras palabras, la obra se
origina a partir de una concepción ideológica del mundo. Asimismo, el modo de
producción de la vida material condiciona los procesos de vida social y la
creación artística A partir del
surgimiento de la superestructura sobre la base económica, la ideología,
considerada como una compleja red de percepciones sociales que legitiman a la
clase dominante (que posee los medios de producción), constituye una manera de
entender a la obra literaria a través del proceso social en el cual se
desarrolla.
En
este sentido, la literatura es el producto de relaciones sociales concretas,
emergida de la ideología dominante de la época pero que no se limita a
reproducir las ideas directas de cualesquiera doctrinas sino que en la mayoría
de los casos la confronta y la trasciende. La literatura como ideología ahonda
en la manera que el hombre interviene en un momento histórico determinado y
cumple con su rol social, al mismo tiempo echa luz sobre sus valores e
imágenes.
El
ejemplo que desarrolla el autor con Tierra
baldía de Eliot muestra cómo la conciencia del hombre experimenta una ruptura con la época moderna.
2) ¿De qué manera se relacionan la
forma y el contenido literario?
La
crítica marxista establece como un principio la identidad entre forma y
contenido. Esta tesis de raigambre estética hegeliana propone una relación
directa entre la forma y la historia, es decir, que la forma no es arbitraria,
el artista no manipula la materia (literaria) caprichosamente sino que ésta es
determinada por la historia. Dicho en otras palabras, la forma es el resultado
del contenido, o la Idea (el “espíritu absoluto”) sucesivamente buscará formas
para encarnar en cada etapa de la Historia.
Para
la teoría marxista el contenido antecede a la forma de forma analógica a los
cambios que se producen en la sociedad determinan las formas de la
superestructura. La tensión entre estos dos elementos, asimismo, estará en
proceso dialéctico.
Por
otra parte, si se toma cuenta en cuenta el vínculo entre forma e ideología, es
la necesidad colectiva, la toma de conciencia de un grupo con respecto a su
nuevo papel en la sociedad la que de alguna manera genera el cambio en la
formas.
Para
ejemplificar estas ideas se puede tomar como ejemplo el barroco español. Según
los postulados de la crítica marxista, las formas (o el estilo) barrocas
responde unos formularios históricamente determinados por el ambiente
espiritual de la época, es decir que la riqueza, el carácter opulento y la
exuberancia del reino español sólo podía encarnarse en formas que reflejaran
dicho espíritu: la saturación verbal, los cultismos, el oscurecimiento de la
forma, etc.